El gato enamorado
Maullando en elevada azotea,
tejas enrojecidas en oscura noche callada,
el felino proclama su amor, su deseo,
enviando llamadas de soledad, de desafío,
al cielo, a la luna, al inesperado vendaval.
Saltando de baranda en baranda,
proclamando su elevada osadía ardiente,
recorre los muros, las tapias, en organizada
procesión sin cirios, pero de alta pasión.
Perseguir, arañar, clavar uñas en madera mojada,
siembra en su terreno su señal fuerte,
dejando constancia de lo que puede dar,
lo que a cambio recibe, y lo que intercambia
en placer encelado que miran ojos brillantes.
Gatitos pequeños no busca, pero vendrán,
en larga colección, consecuencia inevitable
de su buscar, su sentir, su instinto salvaje
que llena el ambiente de olor suficiente.
Demuestra lo que es, milagro de animal
que acompaña, calienta, recorre montañas,
en pos de su casa, su ama, su grupo tribal.
Y como es el hombre-mujer enamorado
de latir emocionado y simiente a perpetuar
¿Gato? ¿Ser divino en pos de evolución?
Un poco de cada cosa, en su momento,
cambiando uno por otro, hasta desfallecer.
En el amanecer, de días quizás avanzados,
emitirá una última decisión, enarbolado,
mostrando su decisión postrera, su desafío,
su canto celestial, o sometido,
honrando especie, cálido lugar
o miras muy altas de quien trascendió,
lloró, sonrisa cercana, lanzando llama eterna.
Ángeles grandes y pequeños
No tienen tamaño aparente,
se sirven del espacio libre del hombre, mujer,
niño, anciano, animal vivo o planta hacia el sol.
Pueden utilizar un seto, un árbol, un hermano,
para llegar a donde haga falta, en espiral,
atravesando y utilizando otros seres humanos,
una montaña, una flor, sirviendo a lo mejor posible,
a la máxima receptividad alcanzada,
en el camino de la salud y la evolución.
Pasado, presente, futuro, son juegos psicológicos
que ellos conocen muy bien, refugios
y escondites de impulsos olvidados, en capullo parados.
La sombra, no tienen sombra, pues se lanzan
en cualquier dirección posible, sin doble intención,
Luminoso por todos lados, sin casi interior aparente,
abiertos en cascada puro ser siendo.
¿Puede el ser en vida humana, llegar a este estado?
En compañía, con el ángel hermano, puede y debe
vivir en diapasón, enlazados por calor de amor.
Entonces el ser humano se vuelve más impersonal,
creativo y a veces callado; por no perturbar el vacío,
el silencio resguardado en el fondo
de cada mente, espíritu, corazón en proceso.
Y cuando habla, lo hace en torrente, voz y boca
del verbo creador, el expresa sones y palabras
y el ser angélico es la fuente de inspiración.
Algún día, en algún momento, en plasma derretido,
las dos corrientes de vida tenderán a ser una,
para cumplir y realizar cocreación.
Savia derretida de mineral, árbol y flor,
fusión de nada excluyente, que escalando
parcelas altas de los montes casi perdidos
proveen a los seres de lo más elevado
del dios-criatura-reino vivo, facilitador
En el día de La Tierra
Claro de bosque
Árboles derredor, matas, arbustos,
piedras recubiertas de musgo, alguna silvestre flor.
En zona arenosa, con poca agua y mucho viento.
Se reúnen animales de sueño con algunas de materia gris.
Buscan acuerdos, razones, para mantener el orden,
las leyes y limites que desde milenios respetan.
Hay orejas puntiagudas, ojos rasgados,
y pequeños hocicos olisqueando, blandiendo oscuros pelos.
Las pezuñas y los dientes brillan en luz de luna,
los mantos, pieles y cascaras coriáceas protegen,
recubren partes blandas, con olores fuertes,
con hormonas y sudores que delatan su presencia.
Intentan encontrar como ser útiles al ser humano,
personaje importante en la escala evolutiva.
Le han dado su carne, su pelo, su sangre,
sus ideas y servicios para descubrir más profundo.
Le sirven de protección, refugio y aislamiento del frio,
le acompañan en sus paseos y descubiertas,
guiándole con vista fina en conseguir sus deseos.
Reducidos a espacios cada vez más estrechos,
añoran los tiempos en los que corrían libres,
por montes, ríos y estepas, bebiendo en aguas,
aguas propias y alimentándose equilibradamente
con residuos, seres viejos, enfermos o poco
diestros, y así mejoraban las razas.
Llegaron con el hombre a un equilibrio,
sin necesidad de violar, ser violados o luchar
uña y diente, con garrote y espada.
Sin embrago, parece no ser nunca suficiente,
el aprovisionamiento que de ellos se espera,
y algunos optaron por ser juguetes, fetiches
que como muñecas de trapo en casa le guardan.
A otros niveles, invisibles, planean nueva estrategia,
recordar, avisar, empoderar y a veces molestar,
sin tregua, esperando que algún día alguno
hombres, jóvenes y a la vez ancianos,
ocupen su lugar noble, creciendo y haciendo crecer, aliados….
Rafael Caro Ponte
Poema de Narraciones de perfil
Fotografía Carmen Vaillo
Feliz día de la poesía
Paseo por la vida
Hermosos trozos de tierra
regenerados por la voluntad no humana.
Benditos frutos del árbol,
regados por el roció de cada mañana.
Duendes y lagartijas, gnomos y jabalíes,
bordean caminos de sal y agua,
cortando laderas, en pendiente, bien talladas.
Cuarzos, terrones mezclados con hierbas,
deslizándose por las rutas curvas de la mañana,
mientras ramas de encina, hojas de roble
cantan con pájaros, en surcos recorriendo,
disfrazados de petirrojos, carboneros,
cerezos silvestres y troncos, muchos troncos.
Las elementales vidas, removiendo la manada,
saltan, ríen y exploran estanques verdi-grises
dando al florecer tintes nuevos en cada hondonada.
El camino está libre, sonriendo con media cara,
haciendo la otra media, como si
no se enterara de nada, vagueando en cada
sentir de simiente escasa, esperando de cada sol
nuevos brotes y guirnaldas.
Ricos son los animales de pelo largo,
felices son los anfibios y peces de escama blanca,
viendo al hombre desde lejos,
trabajar azaroso en busca de piel amada,
senderos de evolución envueltos en hojalata clara.
Hadas, gnomos, elfos y cucarachas,
contemplan en silencio el azaroso ir y venir
de la búsqueda encantada, en círculos luminosos
que al no pensar se bañan en la charca,
bañados de luz gratuita no deseada,
verdadera ilusión de alcances en la mano,
que con solo fluir nacen en sonrisa elevada.
Rafael Caro
Poema de Vias de soledad y encuentro
Fotografía Carmen Vaillo
Atributos angélicos
Cuando la esencia, de ángel recubierta,
se expresa como potencia activa,
el alma florece, el sol se expande,
y el interior callado enloquece de amor,
de verdad, de paz inmaculada.
Creación impersonalizada, espuma recubierta,
de ritmo y belleza, mientras se expresan aromas,
tiernos, cítricos, esmeraldas consolidadas.
Color, luz, forma en movimiento,
ráfagas lanzadas en pos de un cometa,
que emite vibración, sonido, voz clara,
mientras se reproducen ecos de cortina rasgada,
en todos los rincones de la forma callada.
Permanencia relativa, foco global que el espacio,
engalana, de dimensiones, de seres, de lugares increíbles,
con destellos vaporosos de claroscuros vivificantes.
Amor, sí. Odio, no, más bien pena disimulada.
Las formas se remueven cuando la pluma blanca
acaricia sus contornos, sus hilos, su trama.
El hombre,envuelto de angélicos contronos,
permanece en creación, en ritmo, en paz quieta,
tejiendo con sus sueños, sus suspiros y sus alas,
el mito sagrado de quien, completándole,
por el espacio da consistencia a lo imaginado,
lo deseado, lo imaginado con valor, con fuerza,
sembrando el vergel con estrellas escarlata.
Luz, verde sonido, con campanillas de plata,
reparte soles dorados en suelos anhelantes,
de vida, de existencia, de cristalina presencia,
uniendo amores, miradas, encendiendo velas
en penumbras solitarias.
El ángel, el hombre, el ser de color multifacético
se desparrama en las montañas, regando especies
prados, flores intensas y calladas esperanzas,
El rocío y la lluvia bendicen el milagro vivo.
Rafael Caro
Vías de soledad y encuentro
Fotografía de Carmen Vaillo
Cebreros
En tu fuente de aguas curvas,
suenan acordes de hielo,
frescuras de transparentes palabras
y consejos de viejas espaldas.
Viñas evaporadas, olivos intemporales,
iglesias, iglesia nueva, iglesia vieja,
capillas detenidas en el tiempo, transmiten oraciones,
búsquedas altas que huelen a romero y tomillo,
a tierras secas y riachuelos de almas.
Picota, espada, recuerdos antiguos en donde,
se mezcla el culto ancestral, la venganza sana, justa,
y la venganza de unos cuantos, vestida de justicia eterna.
Interminables olivos, aceitunas verdeadas,
trepan por las colinas buscando el altozano, la plaza,
valles sin agua, corrientes caprichosas,
de mágicos líquidos cristalinos y blancos,
que contaminan de verdes sueños, la campana y el alba.
Escuchar, niños jóvenes, niños, jóvenes y viejos,
sestean y juegan la vuelta de un pasado de añoranza,
mientras doncellas de generosas caderas,
miran de soslayo o de frente al chico de sus esperanzas.
Casas nuevas, barrios viejos,
casas modernas en montañas viejas,
vírgenes en ermitas, sin ya ermitaños,
encienden las miradas de seres siempre faltos,
de más fe, más gracias y el retorno de la Blanca.
Fuentes de frescas, mil aguas,
acarician las pieles arrugadas, curtidas al sol
que conocen y conocieron,
las grandezas y miserias antiguas,
que florecen en cada hondonada.
Rafael Caro Ponte
Fotografía Carmen Vaillo
Poema del libro Vías de soledad y encuentro
Ángel de nieve y fuego I
Tus formas son y no son,
sonetos no escritos que me miran y ríen,
resbalando en la esquinas y bordes del mí mismo.
Más que verte, te adivino, como las pisadas
en el suelo que señalan por donde pasas,
sin poder ver con claridad tu silueta emplumada.
Tus facciones son apenas dibujadas,
tus contornos, blancos, sonríen y resbalan,
a mi alrededor, dentro y fuera,
con fuerza ígnea, apenas disimulada.
Juegas al escondite cuando imagino tu presencia,
grata, pero vibrantemente esquiva y larga.
Pronuncias mi nombre, me acompañas,
en largo sendero a través de las montañas altas,
los pliegues de mi frente y las comisuras rosadas
surcando entre polvo luminoso y curvas amplias.
Me acaricias en un instante, como pluma liviana,
y a continuación te pierdes por los rincones
de cada cambio y suspiro, de sentires leves
en sienes, pecho y espalda.
Tu contorno es amplio, vaporoso, abierto al espacio
y cerrando al conocimiento y tierna estampa,
te deslizas en los huecos en donde no te veo,
pero noto tu imagen abrazándome desde atrás,
hacia lo alto, en círculo, en espiral ardiente,
dibujándome desde el fuego, estelas de viento,
caliente y bello, recortando cada signo,
en contorno llano de la vida, de amor y de calma.
Vas por delante de mis andares,
cierras mis pies con cinta clara de agua blanca,
recogiendo mis ideas para construir con ellas
historias con significado, con alma,
cerrando cada relato con nuevas simientes,
protectoras para hoy, para mañana.
Rafael Caro Ponte
Punto de encuentro
Punto de encuentro: felicidad
Punto sensible, huidizo, y sin embargo real.
Al escuchar el sonido del Universo, esferas parlantes
se percibe el rumor de todo lo que es; la realidad.
No importa, el rol, el papel, el momento,
no importa como lo alcanzamos, melodía fundamental,
importa la consecución del hecho, la armonía,
la gran alegría de reconocerse en todo lo que hay.
Las cosas ,lo que sucede, no está bien ni mal,
es argumento fácil en el que uno se puede identificar.
Para alcanzar el centro, la explicación de lo que sucede,
no necesariamente mental.
Toda la preparación, la búsqueda, está libre de error,
forma parte de la estrategia para encontrar lo sencillo ,
lo natural, en medio de confusión e ideal.
Todo se recompone, se reequilibra en un momento,
a través de un personaje, escogido por fuerza y coraje;
por la capacidad de hincar la rodilla y pedir perdón.
Perdón no por lo errado, sino por nuestra limitación,
marco ajustado que no tiene otra solución
que situarnos en punto medio, budista camino desde donde
expandir la visión cristica, la de hermanos.
En circulo preto, ampliando el punto único.
nos desparramos por horizontes: felicidad ,
esencia, la verdad; es un acto de vida,
de gozar en la levedad del ser.
Cumpliendo y aceptando, sintiendo y negando,
ocupamos nuestro lugar, y así permitimos que cada uno
ocupe el suyo, en conjunto transcendental.
Solo la visión del horizonte, desde cumbre estrecha,
nos da sentido de paz, de imagen tornasolada que capta el tono,
el matiz, el porqué sin razones.
Estando cerca del otro, aunque sea uno solo,
se palpa la calidez de la comunión, cuerpo a cuerpo.
Y si estamos sin compañía, sin identificar,
se nos abren otras puertas, en el soñar.
En el acechar constante de vivencias entretejidas,
en las que el urdimbre de relaciones internas o externas,
son de la vida la explosión.
Rafael Caro
Fotografía Carmen Vaillo
Tu ángel Dedicado a….
Mirándome cerca, paraíso perdido,
estaba tu ángel, semilla viviente,no dormido viviente,
sustancia etérea que me mira y sonríe.
Sus ojos, cielo y ambrosía mezclados,
me despejan la frente, me alzan la frente,
me dicen gracias y al mismo tiempo me dan bendiciones.
Por ríos de frescura y alegría infinitos,
me derrama caricias, bienes, serenidad colmada,
para empequeñecer mis penas y abrir pupilas nuevas.
Casi sin respirar, aliento con aliento,se funde
su agua y su fuego, en mezcla-bálsamo
que cura y ama,a dosis iguales, generosa ofrenda.
No es la primera vez que te veo,alma sin coraza,
pero si la tempranera ocasión en que me embeleso,
me derrito, me disuelvo en tu mirar sin freno.
Cada vez que me tocas, y apenas tienes dedos,
siento un escalofrío de sensaciones plenas,
multicolor abanico de piezas nacaradas, bellas.
Besos, no me atrevo, pero conozco tu sabor,
tu olor, tu caricia breve pero intensa,
llena de sabores de especias, elevadas esencias.
Me dices y no me dices que estás ahí,
al alcance de la mano, dando dádivas y presentes,
algunos conocidos, otros por conocer pronto.
Descansar agradezco entre instrumentos sin cuerda,
tambores sin piel y cornetas con metal tierno,
escuchando armonías de agua, luz y campanas.
No estas preocupado, pero si ocupado,
con aquel/lla a quien dedicas tu tiempo,
infinito, sin plazo,mas con prisa de amor veteado.
En alianza de manos, unas más visibles,
otras más invisibles,formamos un circulo,
parcialmente palpable,lleno de ofrendas internas.
Mirándome cerca,paraíso perdido
tú ángel y el mío, y el nuestro,
cuidan el corazón,ahora despierto, otrora dormido.
Rafael Caro
Fotografía Carmen Vaillo
En mi isla,
color azul-verde inmaculados,
flota en aguas evanescentes
teñidas de efervescencia y transmutación.
A mi alrededor corrientes de fuego,
incansables, promueven cambios y retos,
formas móviles de búsquedas y adioses.
No hay tierra, pues yo soy la tierra,
en anclaje constante con fuego interior,
mas allá del calor, el dolor y la duda.
Luz, mucha luz, incandescente y blanca,
parpadea en cada sombra,
se cuela en cada rincón disimulado,
iluminado y comprendiendo o aceptando,
el sentir lógico de bienaventuranza alada.
En mi isla no hay silencio,
pues todo son murmullos nacarados,
preñados de vacíos insondables,
que emiten susurros, esperanzas,amor en calma.
El aire de ideas o proyectos,
se desliza amablemente por ríos y cascadas,
levantando espumas,remolinos y circulinos de iodo,
ante piedras, céspedes o arideces.
En este paraíso, perdido y reencontrado
mis sombras nadan tranquilas,
sin miedo ni vergüenza a ser descubiertas
mientras los reflejos dorados
deslumbran con su rotundidad y firmeza.
Allí te espero, sin prisas, pues
tiempo,eternidad y sonrisa
se confunden con notas de órgano vibrante,
atardeceres inmensos y plata orgánica alunada.
Allí estoy en mi isla,
capa albina henchida al viento,
esperando o invocando
un mañana no mejor, sino eterno.
Rafael Caro Ponte
La mirada
El corazón, herido, proclama la mejor frase.
Te quiero, me quiero, quiero…
Y en evanescente lugar
la brisa proclama un suspiro,
un hacer despierto, saltando de rama en rama,
hasta enloquecer de feliz sustento.
Proclamo a los cuatro vientos,
en un no hacer haciendo,
que la brillantez de tu mirada
en mía respondiendo,
no puede ser desviada
por un amanecer incierto.
Aunque en la sombra descansa,
el futuro en algodón protegido,
solo, con sus sentires encubiertos,
sin desvelar ni cuando, nicomo, ni ritmo.
Bendigo, bendices, bendice,
La soledad empapada del ser,
sediento de trascendencia,
de realidad viviente en vivaz mirada.
El primero másgrande, después del silencio.
Siento en los poros abiertos,
la levedad de la nube en el amplio cielo,
la fugaz ráfaga de cada instante,
de cada momento en luz resplandeciendo.
Y cuando el último, el portier lamento,
aparente estrella de un vivir eterno,
detenga el aliento del corazón saliendo,
mi mirada, mi vibrar a veces enloquecido,
se dirigirá raudo hacia ti.
Y luego lo alto, lejos,
acompañado de tu tierna mirada,
y de la cálida mano que me sostiene,
y a quien yo sostengo.
Rafael Caro
A través del árbol
A través del árbol y sus ramas ves el mundo,
mundo de aromas y especies extrañas,
que huelen a desmesuras y encantos,
que saben a especies y recuerdos,
a filigranas doradas de pensamientos vanos.
Cada instante es infinitamente pequeño,
y sin embargo está lleno de grandezas invisibles,
impalpables, esquivas, que se deslizan
de hoja en hoja, de rama en rama,
de filamento en filamento.
El árbol, mi árbol, yo mismo,
se esparce en el aura hasta tocar el universo,
mientras se desparrama hasta el suelo,
palpando metales, minerales térreos humanos,
que comunican viejas historias de tramas y cuentos.
Sin conocer, sin saber el contorno del bosque,
se desliza entre hierbas y zarzales buscando,
buscando horizontes de vida fresca y jugosa
que deleite la razón, el bálsamo del alma,
justificando un cuerpo, un sentir profundo,
que lleve noticias nuevas, venturosas,
que animen al mundo entero a más luces,
a más sabrosos despertares, de hueco en hueco,
surfeando entre las aguas, los cantares
de piedra en piedra, saltando y gorjeando.
El árbol, mi árbol, atalaya placentera,
donde se unen vientos, insectos y nuevos soles,
alternando con lunas, tormentas y oscuridades,
sirviendo de cobijo, apoyo y punto de referencia
a apasionadas aventuras, viejas contiendas,
seres de alta conciencia y payeses sin forma
en atareado peregrinaje, en soledad y en grupo.
Caminos nuevos y trillados, voces en clamor,
reclamando más vida, mejores intentos,
antes de caer en la repetición y acaso el olvido.
Rafael Caro Ponte
Acuarela Carmen Alvarez
La Madre Tierra
Madre-sorprendente, semilla y cadena doradas,
Tú eres la más tierna y dorada en tu corteza,
sobresaliendo entre todas las cosas, por belleza y firmeza.
La gracia de tu presencia, en milagro encarnada,
llena todos los huecos de vida en manifiesta visión
encarnada,unificando los alientos en una sola vivencia.
Por llanuras y valles, por mares y montañas,
alimentas la lumbre de conciencias y almas sintientes,
contemplando el sol y la luna, las estrellas,
los meteoritos gigantes como polvo de tu capa,
con la que cubres las frentes de aquellos vivientes
que necesitan orientación, consuelo,un lugar para ellos,
en su deambular pasajero por superficie redonda.
En cualquier rincón hay esperanza y serena dicha,
entre barrancos y abismos, entre cuevas y desfiladeros.
Tu faz, faz verde y azul, marrón y dorada,
resplandece siempre al reflejo de una luminaria,
en tormenta,destello, día y noche silenciada.
Acoges en tu seno, oh madre inmensa y calma,
lo que vuela, anda, nada o corre bajo nubes,
buscando no se qué,recorriendo tu espalda.
Las cicatrices de fuego, volcán, terremoto
o tsunami, son pronto curadas,en lenta caricia
con visibles manos,precursoras de fertilidad,
flores y frutos,piedras calientes y planas.
Tu fuego interior, temible, tus chorros de aguas,
calientes y frías, cristalinas, saladas o turbias,
recorren por interiores sendas,caminos vivos,
extraños recovecos,curvas inesperadas,
gargantas que emiten ecos, de llamada,
de lamento,de devenir impetuoso,
que se reflejan en las entrañas de cada ser vivo,
que nace y muere según el sonido emitido,
respiración al unísono, llanto al cambio brusco,
canto de bendición ante el destino cumplido.
Rafael Caro Ponte
Fotografia Carmen Vaillo
El árbol con rama rota
El relámpago, el rayo, hirieron con fuerza la rama,
el viento desgajo por su parte, la herida
permitiendo ver la sana madera,
que no fue carbonizada, en fuego no alcanzada.
Dañada esta la sustancia, otrora blanca,
mezcla de lignina, carbón y sustancia quemada ahora,
pero su sabia savia, reconstruye su armadura,
renovando poco a poco, el daño que recibiera.
El árbol sigue viviendo, en parte boscosa herido,
sin embargo nada frena su alma, alma arbórea,
que emite semillas en su tiempo y estación,
cuidando de cerca el brazo herido, encogido.
El suelo, suelo musgoso, comparte su afán
de dar vida nueva sin parar, a su ausencia,
reponiendo las partes viejas, alcanzadas
por tempestades, con manos abiertas,
anhelantes, de unirse al tiempo,
en abrazo interminable y largo, duradero.
Ramas podridas, más lejanas y antiguas,
siembran la tierra , con ansias retorcidas,
buscando nuevo sol en sombra castigada.
El liquen, el marrón húmedo de mezclas gratas,
encubre su falta, ocultando su dolor,
de espectáculo ajeno, de ojo avizor, zafiro y dañino.
Lo alto, despejado y altivo , otea al horizonte
abierto a los cambios y aires fuertes y envolventes,
lo bajo, caído y embarrado, busca un consuelo,
esperando primavera amable que cubra
de florecillas alegres ,el horizontal camino abierto.
Siempre sembrando y viendo el paso del tiempo.
¿Tan diferente es el árbol del ser humano?
Caídas, tempestades, nacimiento de ramas nuevas,
y luego el silencio, que con todo acaba:
dolor, altivez, sombras en descomposición nutriendo.
Piedad para el caído, fuerza para el combatiente
destacando lo más ligero, por encima de cualquier paso.
Rafael Caro Ponte
Fotografía Carmen Vaillo
Torrentes de emociones
invaden mis campos tranquilos,
emociones coloreadas de muchos tonos distintos.
En libertad y en mundos diversos,
salen rendijas de tiempo, sin consistencia
ni causas, pero con mucha fuerza
y con mucho viento.
Corrientes de fresco alborozo,
mezcladas con nubarrones torcidos.
de almas perdidas en lugares tórridos,
en inviernos lejanos y cumbres inaccesibles,
reflejos inmaculados de un ser ansioso y frio.
Cuando todo se calma, aparece un sol hermoso,
con nubes de terciopelo y miradas de visiones
superadoras de todos los amaneceres inciertos.
Sin refugio, sin sombra ni disfraz,
la veleta anunciadora no sabe de donde viene
ni adónde va, el misterioso pensamiento.
Caminos sin ruta conocida, sin brújula
ni planos al descubierto.
Vivida imagen de un acontecimiento.
Temido y esperado, cubre de destellos
el cielo abierto, de estrellas minúsculas,
burbujas sabias, desconocidas,
que se desprenden de las aguas
de tantos torrentes desbordados,
o de los secos canales que se pierden
de tiempo, en tiempo, de lugar en lugar,
cuando esperando están,
tus bendiciones húmedas de nuevos decretos.
Rafael Caro
Siento y no siento el alma,
suspiro de vida caliente,
nacido de una perla encendida,
muy próxima al centro del Universo.
Por aires furtivos, flotando,
el néctar divino vuelo muy alto
fundiendo nieve y agua,
mezclando corazón y llanto.
Existencia desde siempre,
espíritu ígneo estrellado,
ha parido una criatura verde,
en brazos de un gemido explosivo.
Jirones de transparencia intacta,
el ser ha depositado, un huevo,
un huevo coronado, que emite pétalos
de flores ,intactas, rosadas.
Para que averigüe en mundo formado,
qué le dio la vida, el manto azulado,
la facultad de respirar en diapasón,
y la luz encantada, en frente noble.
Nacimiento, polvo de estrellas,
latido y gemido, unidos al alba,
en corona de puntos plateados,
sonriendo en la calma empezada.
Mi alma , suspira mi espíritu
contempla fuego, mi sonrisa extraña
sábanas de conciencia nueva, inmaculada.
Por un beso de esta criatura,
compraría una naturaleza entera,
que soñando en lengua blanda,
daría a esta tierra, otro sino.
Rafael Caro
Taza, aroma, rastro
Taza, vacía, blanca, pulida por dentro.
El continente de todo el contenido libre,
el lugar de encuentro de lo posible,
nadando entre espacios superpuestos.
Lo frío, lo caliente, lo ligero, lo espeso,
vibrando en coalición, en acuerdo necesario.
Mientras lo veo, lo imagino, lo siento,
aparecen reflejos de lo que no es, lo que se pierde.
Al acercarme a los flujos, veo más claro,
lo que ganamos, lo que se pierde, al acercarse dentro.
Saltando entre gotas, promesas y recuerdos,
me alcanzan vahos inconfundibles, aromas vivos.
Maravillas gustativas que alguna vez fueron,
trazos ardientes de papilas despertando
entre esencias evanescentes, lanzadas al viento.
Los gustos de todo lo que paso en instante,
rodeado de flases luminosos de sitios inconfundibles,
que quedan dentro, en tres recuerdos.
El rastro no perdido de felicidad colgada de ramas,
de sonrisas y aciertos, de placeres casi prohibidos,
en humo incesante , derramando esencias,
proyectos, rincones perpetuos de caminar lento.
En la taza el espeso olor naciendo,
en el aroma sustancias serenas subiendo en escalera,
caracol de peldaños saltando, cadena de cristales
con formas únicas, de contornos redondeados.
Sigue el rastro, la pista para que no olvidemos
miradas cómplices, alientos frescos , en búsqueda
y silencio momentáneo, en cascabel sin gato.
La taza, el aroma y el rastro, de tantas cosas…
de pequeños objetos, grandes planes, nombres
que deambulan por calleja sin destino,
bajando hacia el mar, lejos de la tierra adentro.
Rafael Caro Ponte
Danza mineral
Hermosa, irreconocible, musa sin arte,
la forma cuarzo sobresale en danza,
arquitectura, pintura y eco sin fondo.
No hay color que se le resista,
no hay lámina pulida que pueda ser engañada,
todo es verdadero, amplificado y acelerado
por el sílice eterno origen de lo nuevo,
sensible transparencia, humildemente coloreada,
que marca tendencia, desarrollo,
desde una Atlántida semidormida
que marea frontera entre pasado y presente.
Arcoíris cromático en octógonos laminado,
protege del desgaste a toda búsqueda dorada,
comunicando, almacenando voz e imagen,
de fuerzas poderosas que combinan semblantes.
Amatista, citrino ,rosa suave y cálido,
alternan con verdes primavera, azules veteados,
acrecentando el tono del carbono aquietado.
Civilizaciones sin nombre, maestría del cambio
cometas luminosas surgen de cada reflejo,
enviado por células sabios de la vida encantada .
En el corazón del Universo, en el cetro
de cada columna de calcio humano. Hay un punto,
un punto solo en cada fragmento,
que señala centro, emite confianza,
genera creatividad en mentes valientes.
El cuarzo resplandeciente emitiendo mil colores
muestra láminas de sí mismo,
en cálida muestra de un compás acertado,
en el ángulo preciso, angulosa burbuja,
que reproduce en su seno la creación
primera, naciendo de un destello.
Imagen única de primer lamento,
que se repite incansable, sin timidez,
en cada pecho ,en cada frente,
en la eterna noche, que surge tras cada ocaso.
Rafael Caro Ponte
Dos generaciones Dedicado a…
La madre, hermosa, da paso en la vida
a nueva vida, en cuerpo femenino formado.
La hija, radiante, inicia un nuevo camino,
en la dirección pactada: prolongar simiente
para que la tierra se sienta acompañada.
Madre e hija, en momentos protectoras,
sienten la llama encendida de nuevos despertares,
mientras en los giros del andar mundano,
se miran de frente, o de soslayo.
Nuevo amanecer para la hija se señala,
mientras la madre siente
que de las manos se le va una rosa,
antes blanca, inmadura, y ahora roja, enamorada.
Cambios de encrucijada, relevos apuntados,
la una recupera perfil de mujer,
la otra se lanza al destino, no sin cierta nostalgia.
Cada día, cada hora, se van acercando sus espaldas,
pues si antes cuidaban el beso y el abrazo,
ahora en la distancia, protegen y acercan sus manos.
Hermoso signo de administrar esperanza,
para que el latir de corazones
tenga siempre quien empuje y de la cara,
pues de pensamientos e ideales
se llenan las gargantas,
más de amores de corazón
anda escasa la manada.
Felicidades a ambas, caminos de rosas claras,
que de manos, abrazos, besos y caras,
siempre estarán dispuestos los humanos/as
a rozar y corresponder con alma,
en un mundo a veces duro, a veces en calma
en el que todos nos encontramos,
para mirarnos a los ojos y sentir desde dentro
nuevos amaneceres, muchas esperanzas, sin dolor ni rabia.
Rafael Caro Ponte
Fotografía Carmen Vaillo
Gracias desde mi ser i mi alma con amor Rafael
Gracias Miguel, que la vida te proteja.
Rafael